Académicos abordaron patentes y denominación de origen

12 Julio 2012

La Universidad de Talca, a través de sus investigadores, puede hacer aportes sustantivos para lograr que en la región existan más productos con indicación geográfica o con denominación de origen, según expresó el vicerrector de Innovación, Desarrollo y Transferencia Tecnológica, Yerko Moreno.

El tema fue abordado en el taller “Formas de Protección de los Productos de una Región: especial referencia a las Indicaciones Geográficas, Denominaciones de Origen y Variedades Vegetales en Chile”, que se realizó en el auditorio “Humberto Becerra”, de la Facultad de Ciencias Forestales, organizado por la mencionada vicerrectoría.

Investigadores de distintas unidades, especialmente de centros tecnológicos de la Corporación, participaron en esta actividad, cuyas exposiciones estuvieron a cargo de especialistas de la consultora Clarke, Modet & C.

“Las indicaciones geográficas o las denominaciones de origen controladas o no controladas tienen importancia desde el punto de vista de la innovación porque, a nuestro juicio, constituyen una oportunidad de sacar provecho comercial para los productores, pero también para las instituciones que apoyan desarrollos de productos que sean tradicionalmente reconocidos con una calidad en particular que provienen de un cierto lugar”, explicó el vicerrector.

En ejemplos concretos, Yerko Moreno mencionó los vinos asoleados, los pajaretes –un vino dulce del norte-, vinos de otros sectores, quesos de algunos lugares y frutos como la frutilla chilena. “Para lograr ese reconocimiento o consolidación, que se traduzca en un mejor precio, esos productos requieren muchas veces de procesos de innovación, de reglamentación e incluso de investigación y desarrollo que permitan redefinir sus características particulares, y pensamos que nuestra Universidad, a través de sus investigadores, puede hacer aportes sustantivos para lograr que en la región existan más productos con indicación geográfica o con denominación de origen”, expresó.

Largo proceso

Al profundizar en este comentario, explicó que se trata de un proceso largo, dificultoso y muchas veces también de alto costo, “pero que al final tiene frutos importantes no solo para las instituciones que los apoyan sino que para el desarrollo regional. Por eso estamos interesados”.

En ese contexto, destacó los esfuerzos que se han hecho desde nuestra Institución para mejorar la frutilla blanca, que podría tener indicación geográfica de una región determinada. “Podríamos retomar algunos licores antiguos que hacen pequeños productores de la zona de Cauquenes, algunas mistelas en particular, como los enguindados que ya tienen ciertas características como productos artesanales. Lo importante es determinar si es posible asociar caracteres especiales a un lugar en particular. Esa es la diferencia de una indicación geográfica. No es solo rescatar el lugar de donde proviene un producto sino además el proceso para producirlo”, describió.

Activos intangibles

Por su parte, Carolina del Río, directora general de Clarke y Modet Chile, manifestó que las empresas y las personas en Chile están tomando conciencia de la importancia de los activos intangibles. “Igual que cuando uno compra una casa se preocupa de protegerla, cuando innovo y desarrollo algo, lo tengo que proteger porque así puedo obtener rentabilidad”, afirmó al referirse especialmente a las patentes, como una forma de protección. Agregó que al obtener una licencia es posible recuperar lo que se gasta en innovación y desarrollo y obtener ganancia y además significa “estar jugando en las grandes ligas porque en el fondo las patentes son parte de los indicadores de innovación”. Este es un asunto que a su juicio es relevante para las universidades que hacen investigación y trabajan en innovación.

Gladys Huerta, del Departamento de Patentes de Clarke y Modet, se refirió a las variedades vegetales y la incidencia de UPOV 91, que es el año de la última revisión del convenio de la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales, que Chile suscribió en 1996. A su juicio, debe existir un equilibrio entre los derechos del obtentor de una innovación y los que corresponden a los agricultores. En su opinión el tema ha cobrado mayor importancia con la suscripción de los acuerdos comerciales con Europa y Estados Unidos y agregó que cuando Chile tenga la nueva legislación sobre esa materia, “llegarán al país variedades que van a estar protegidas, pero también nuestros investigadores van a poder hacer variedades nuevas y exportarlas”.

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