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Profesores de la Universidad de Talca pusieron en tela de juicio las evaluaciones del SIMCE y plantean la necesidad de pensar y diseñar mecanismos distintos para informar sobre el logro o dificultades curriculares. Para algunos docentes ese sistema de medición es una “herramienta perversa”; para otros, puede generar estrés y frustraciones en los alumnos.
Los planteamientos de los académicos se suman a las opiniones que distintos actores han entregado junto con el inicio de la aplicación de las pruebas del SIMCE.
La psicóloga educacional Tatiana Canales, académica de la Facultad de Psicología e integrante del Centro de Innovación y Calidad de la Docencia (CICAD), aseveró que el SIMCE “se ha transformado en una herramienta perversa que penaliza las inequidades” de los estudiantes, lo que se asocia a la lógica de un estadio subsidiario. “El SIMCE no debiese ser tomado como una herramienta absoluta de resultados, sino como instrumento que marca una trayectoria de cada estudiante”, enfatizó.
El académico del Instituto de Estudios Humanísticos “Juan Ignacio Molina” Miguel López, cree que hay una cierta contradicción entre la insistencia, desde la pedagogía, en la trascendencia de evaluar el proceso formativo y en que la calificación de un estudiante no debe depender del resultado de una sola prueba.
PROFESORES EXTRAORDINARIOS
López dijo entender que debe existir algún sistema de medición, pero también se debe tener presente que “en muchos establecimientos vulnerables hay profesores extraordinarios, con gran dedicación y clara vocación, pero que, sin embargo, sí logran encantarlos, que no abandonen el sistema escolar y transmitirles valores muy necesarios en nuestros días. Creo que esto último también debería ser medido de alguna forma”. }
Para la docente Carolina Iturra, de la Facultad de Psicología, especialista en psicología educacional, el ideal del SIMCE es un mecanismo de supervisión del sistema educativo, que debiera proveer información respecto a si los distintos establecimientos están logrando o no los objetivos de aprendizaje. Eso a su juicio se ha entrampado.
Para explicar esta situación, precisó que existen por ley colegios en recuperación, emergentes y autónomos, estatus que adquieren según los resultados del SIMCE, pero estas categorías “trascienden a toda la realidad educativa. Por tanto, aquellos colegios autónomos o que obtienen mejores puntajes son más beneficiados”. En cambio, los alumnos de colegios en recuperación al preceder no se benefician mucho del sistema.
OTROS MECANISMOS
Iturra también pone el acento en la conveniencia de pensar y diseñar mecanismos distintos de seguimiento, en lugar de las mediciones cada dos años, debido -por una parte- al procesamiento de gran cantidad de información y, por otro, “porque exponer a los niños a ser evaluados constantemente podría no resultar como lo esperado, y generar frustraciones y estrés”.
Como alternativa mencionó la aplicación de mediciones de manera muestral, en forma aleatoria, que represente a todo tipo de establecimiento y categoría, “dado que el propósito es supervisar la calidad de la educación para generar mejoras, más que otorgar certificaciones de la misma”.
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