Calidad del agua potable: ¿Qué estás bebiendo?

17 Enero 2014

Abrir la llave y tomar un vaso de agua, es una acción tan cotidiana para miles de personas, que nadie se cuestiona la calidad del líquido que ingresa a nuestro organismo.

En Chile existe una norma que regula los requisitos que deben cumplir el agua destinada al consumo humano en tres ámbitos: biológicos, que esté libre de bacterias o microorganismos; químicos, que mantenga un PH adecuado y físico, que no contenga impurezas o elementos extraños.

Dos son los organismos encargados de velar por que se cumplan con estos indicadores, la Seremi de Salud de cada región y la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SiSS).

En el caso de la Seremi el mecanismo de fiscalización es diferenciado dependiendo de cada uno de estos tres factores.

“Tenemos personal que realiza visitas inspectivas a todas las plantas de agua potable dependientes de empresas sanitarias y de comités de agua potable rural, quienes realizan las fiscalizaciones”, indicó el Jefe del departamento de Acción Sanitaria de la Seremi de Salud del Maule, Ricardo Rodríguez.

Precisó que cada inspección incluye muestreo diario de la cantidad de cloro residual en el agua potable, con muestras extraídas desde la propia red, en tanto que dos veces al año se realizan fiscalizaciones con muestro bacteriológico de aguas y cada cinco años un análisis físico y químico completo.

“Cuando se detecta que no existe cloro en el agua potable, de inmediato se activa un muestreo bacteriológico para descartar cualquier problema para la población, pero en general debemos decir que el agua del Maule es de muy buena calidad”, sostuvo Rodríguez.

Por otra parte, las empresas sanitarias están obligadas a controlar de forma permanente la calidad del agua que suministran. Para ello efectúan autocontroles, es decir, muestrean su agua y los exámenes –que son realizados por laboratorios acreditados por el Instituto Nacional de Normalización- son enviados mensualmente a la Superintendencia que elaboran un informe con los resultados. Entre los aspectos que se analizan están la turbiedad del líquido, presencia de bacterias y nivel de cloro, entre otros.

EN EL MAULE

En la Séptima Región el sistema de agua potable tiene dos fuentes principales: el de las grandes ciudades que es suministrado por NuevoSur, que extrae un 94% de este fluido de fuentes subterráneas, mientras que el 6% restante se obtiene de fuentes superficiales como esteros y ríos, según informó la subgerente zonal de la empresa, Ana María Cisternas.

En tanto en las comunas más pequeñas y localidades rurales, son las comunidades quienes se organizan creando los denominados Comités de Aguas -que administran alrededor de 270 plantas de agua potable rural (APR) dependientes de la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH) del Ministerio de Obras Públicas-, los encargados de supervisar el funcionamiento de éstas, apoyando y entregando los recursos necesarios para la mantención de los sistemas.

Además de estas dos formas de abastecimiento, en sitios más alejados de la región con baja densidad de población, los habitantes extraen el agua directamente de napas subterráneas a través de punteras –como se denomina a un sistema de tubos conectados a una bomba de extracción- y pozos, que deben contar con los permisos respectivos y cuya agua debe ser manejada y clorada para su consumo.

“Las punteras son muy comunes, por eso es importante que las personas sigan las normas para evitar problemas de salud que se puedan producir por el consumo de este elemento de manera indiscriminada”, sostuvo el profesor de Química de la Universidad de Talca, Diógenes Hernández.

El académico comentó que uno de los principales problemas que actualmente se observan, en especial en áreas rurales, es un aumento en los niveles de nitrato que están contenidos en los fertilizantes que se utilizan en los campos y que contaminan las napas subterráneas.

“En el Maule, en el último tiempo, en los estudios que se han hecho de las aguas especialmente de los APR han aumentado los nitratos, y esto tiene consecuencias en la salud, que no son de alta gravedad, pero que pueden provocar problemas gástricos, malestares o dolores de estómago”, señaló Hernández.

Junto a esas molestias, el doctor Cristian Montoya señaló que otro efecto que se puede registrar producto de ese consumo es la reducción de la capacidad de los glóbulos rojos para llevar oxígeno, en especial en los menores de dos años.
“Los lactantes que beben agua con altos niveles de nitrato o comen alimentos hechos con agua contaminada con nitrato pueden desarrollar una enfermedad seria debido a la falta de oxígeno, problema conocido como metahemoglobinemia o ‘síndrome del bebé azul’”, detalló.

AGUA “RARA”

Quienes viajan entre distintas zonas del país e incluso de la región es posible encontrar diferencias de sabor y color en el agua.

En el caso del Maule, Diógenes Hernández dijo que existen dos zonas en que la coloración del agua sale fuera de lo común: en el sector de Pellines y la zona de Barba Rubia, aledaña a Hualañé. En ambos sitios se registra una mayor presencia de fierro y manganeso en el suelo, que reacciona con el cloro que se añade al agua, produciendo un compuesto llamado cloruro férrico o de manganeso que provoca que el líquido tenga una coloración rojiza.

“Si uno consume esta agua no tiene problemas de salud, ya que el cloro hace que el fierro y el manganeso decante o precipite, pero sí se produce un efecto visual, que hace que las personas se preocupen ya que el agua se ve mucho más roja”, explicó el científico de la UTALCA.

Las empresas del rubro también están concientes de estas diferencias. “Dependiendo del lugar de donde se extrae el agua, para potabilizarla se requieren distintos procesos, que consideran la inyección de productos químicos para lograr aglomeración y sedimentación, por lo que el producto final pudiese tener una consistencia distinta”, señaló la subgerente de Nuevo Sur.

Por otra parte, las diferencias en materia de sabor son mucho más evidentes entre distintas ciudades, siendo recurrente encontrar “mala” o “rara” el agua del lugar que se visita.

El académico de la UTalca explicó que ello obedece a la presencia de altas cantidades de sales, como fosfatos y carbonos, que hacen que el líquido tenga un sabor diferente que en la zona sur del país.

“En Santiago decimos que el agua es ‘dura’ ya que tiene diversas sales, y eso se aprecia por ejemplo cuando uno hierve agua constantemente en un aparato eléctrico y al interior de él se va generando una costra, pero el agua en sí cumple con los requisitos para ser potable, solamente cambia el sabor debido a esto”, planteó.

De todas maneras, ante cualquier duda sobre la calidad del fluido la Superintendencia de Servicios Sanitarios sostiene que “si un particular desea comprobar la calidad química del agua entregada por la empresa sanitaria, debe llamar a un laboratorio acreditado por el Instituto Nacional de Normalización (INN), para que tomen las muestras y efectúen los análisis correspondientes de los parámetros de la norma establecida”. Eso sí, el costo de los análisis debe ser asumido por el requirente.

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