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Problemas de rendimiento escolar, falta de motivación, alteraciones del sueño e incluso intentos de suicidio, son algunos de los problemas que pueden sufrir las víctimas de situaciones de bullying o violencia escolar, como las ocurridas recientemente en la provincia de Linares, donde una estudiante de enseñanza básica y un alumno del Liceo Valentín Letelier sufrieron graves ataques contra su integridad física.
Ambos hechos no son nuevos. Cada cierto tiempo los medios de comunicación reportan casos como los señalados. Uno de éstos tuvo por protagonista al liceano Yordan Valenzuela, de Longaví, quien hace dos años se quitó la vida para escapar del maltrato de que era víctima por parte de sus compañeros.
El suicidio puede llegar a ser una opción extrema en los jóvenes víctimas de bullying, cuando no tienen muchos recursos personales o no son muy resistentes para enfrentar ese tipo de situaciones, según explicó la psicóloga Tatiana Canales, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca. “Algunos se ven sobrepasados y eso puede desembocar en daño contra sí mismo”, alertó.
En general, los estudiantes víctimas de ese problema pueden sufrir consecuencias como menor rendimiento escolar, falta de motivación o alteraciones del sueño, lo que según la psicóloga, si bien no son exclusivas del bullying, son una señal de que algo pasa y deben prender una luz de alerta en los padres.
Al ahondar en el tema, recalcó que este tipo de agresiones puede ser origen de secuelas importantes que tienen que ver con el desarrollo social, la confianza, la autoestima y la capacidad de entablar nuevas relaciones
“Si hablamos de bullying o de agresión entre pares —en español—, estamos frente a una situación sistemática de algún tipo de agresión no necesariamente física, sino que puede ser relacional, emocional o social, donde esencialmente la persona que ejerce esta forma de violencia tiene un estatus más alto que la persona que la recibe”, precisó. Y añadió que la persona que se siente victimizada busca evitar entornos relacionados con el colegio y andar sola para no ser agredido.
Por otra parte, observó que en materia educacional, el país está buscando mejorar la calidad y se asume que la escuela es un entorno social protector, en el que el estudiante debe sentirse bien y seguro para aprender. “Entonces si el estudiante siente temor, probablemente no se va a enfocar en lo que está pasando en la sala de clases, sino en protegerse. Si una persona se siente amenazada, insegura dentro del colegio, claramente no va a rendir de acuerdo a sus capacidades”, comentó.
Respecto al perfil del agresor, la docente dijo que a quien ejerce violencia contra sus compañeros, le gusta que lo celebren y lo encuentren “bacán”, busca notoriedad y agrede porque puede hacerlo al sentirse respaldado por la aceptación y la impunidad. Pero aseveró que cuando se acaban esas condicionantes, es difícil que el autor de la violencia reincida.
Por lo mismo, afirmó que a nivel de curso se puede abordar la impunidad y modificar la actitud del observador que no hace nada. “Se puede intervenir en la institución para que ello no ocurra”, resaltó.
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