En busca de una estrategia para mitigar el cambio climático

22 Julio 2011

Sin vuelta atrás. El cambio climático dejó de ser una simple amenaza. Hoy es una realidad y sus efectos son materia de estudio y preocupación por desarrollar estrategias efectivas para enfrentarlo.

En este invierno existen heladas excesivas y déficit hídrico, no obstante las últimas precipitaciones. Ambos fenómenos están relacionados, según el especialista del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología (CITRA) de la Universidad de Talca, Patricio González. Además, el déficit de agua caída lo hace alertar sobre un potencial riesgo para la próxima temporada de riego, de septiembre a marzo, pues la merma de precipitaciones incidirá en el nivel de los embalses.

La actual situación pluviométrica tiene su origen en el fenómeno frío de La Niña, que ha hecho sentir su influencia, pese a que en junio emprendió la retirada. “Los sistemas frontales que afectaron la región entre el 14 al 17 de julio acumularon 57.3 milímetros de precipitaciones en Talca, por debajo de los 90 milímetros esperados. Lo anterior, arroja un balance a la fecha de 356.8 milímetros para una normal de 490.0 milímetros”, explica. El registro equivale a más del 27 por ciento de déficit en Talca. En Curicó se eleva al 47 por ciento.

Mermas en embalses

La falta de lluvias influye en los embalses, que en junio presentaban importantes mermas. “La Laguna del Maule tenía un déficit del 79.9 por ciento; el lago Colbún -44.5; embalse Bullileo -63.3, y el embalse Tutuvén -69.3”, precisa González. En el caso del aporte nival (nieve caída), sólo está cubierto el 45 por ciento del total anual.

“Los embalses en Chile actualmente tienen una capacidad disponible que representa un 35 por ciento de la capacidad total de almacenamiento. A pesar de las precipitaciones caídas, aquellos embalses de multiuso -generación hidroeléctrica y riego- mantuvieron su almacenamiento y déficit”, dice González.

Pero más allá de la contingencia, afirma que algo está cambiando o ya se ha modificado, a través de “un proceso progresivo y silencioso”, al que tal vez por lo mismo, a su juicio, no se le ha otorgado la importancia que reviste, excepto cuando se producen pérdidas económicas en los sectores vulnerables, como es el secano.

Las estadísticas hablan por sí solas. Por lo menos en Talca. “En 2006 hubo un superávit de sólo un 11.4 por ciento; en 2007, un déficit del 51.1 por ciento; el año siguiente culminó con -6.5 por ciento; en 2009 la cifra negativa aumentó al 22.4 por ciento y, en 2010, la falta de pluviometría alcanzó a -33.6 por ciento anual.

En suma, en los últimos seis años sólo 2006 culminó como año normal. Los restantes acumularon pérdidas consecutivas, lo que también es válido para el aporte de nieve en la cordillera andina”, precisa el especialista.

Respecto a la Laguna del Maule, el investigador del CITRA sostiene que, a partir de febrero de 2007, la curva de llenado del embalse empezó una declinación. “Las tendencias de leves subidas durante las primaveras respectivas reflejan los aportes de los deshielos. Sin embargo, éstos no logran revertir la tendencia a la baja, lo que, indirectamente, es indicio de que las nevazones invernales también han estado bajo los promedios esperados”, comenta.

Según González, el cambio climático -iniciado a comienzos de los años 90- ha mermado lentamente los aportes pluviométricos anuales.

Política regional para un bien público

González sostiene es urgente generar estrategias mitigadoras a corto plazo, para evitar efectos mayores. “Debemos pensar en la creación de capacidades técnicas para enfrentar esta lenta transformación de nuestro clima mediterráneo, de cuatro estaciones bien definidas, a uno de invierno más corto (desde mayo a agosto) y un verano más extenso”, argumenta.

“Este nuevo tipo climático tenderá a que las estaciones intermedias (otoño-primavera) se transformen en una extensión del verano (meses de marzo y abril) y en un adelantado comienzo térmico del verano (octubre-noviembre). Sin duda que cualquier medida transitoria o, la ausencia de ellas, significará elevar la tasa de daño a nuestras actividades económicas y sociales”, advierte.

La tarea es urgente, sobre todo en regiones como la del Maule, debido a la importancia que tiene la agricultura y el uso del agua para otros fines, como la generación de energía.

El académico destaca el alcance de medidas como la contratación de seguros agrícolas y la incorporación de más tecnología. “Es necesaria una política para la construcción de más embalses, pero, además, se requiere mayor tecnificación del riego para el buen uso del agua, cada vez más caro y escaso”. Enfatiza que el Estado debe involucrarse en el tema de la privatización del agua, “que debe ser considerado un bien público, sin fines de lucro”.

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