“Es muy difícil que haya otro Chernobyl”

16 Marzo 2011

El físico nuclear Claudio Tenreiro reparte su año laboral entre la Universidad de Talca y la Universidad de Sungkyunkwan, de Corea, donde trabaja con reactores nucleares.

A la hora de abordar la tragedia que golpea a Japón, no esconde su sorpresa ante la capacidad de reacción frente a las emergencias nucleares provocadas por el terremoto y tsunami que azotó al país asiático, el pasado 11 de marzo.

Sin desconocer la magnitud de la catástrofe, Tenreiro advierte que la capacidad de reacción no fue la más adecuada y dejó al descubierto una serie de falencias, difíciles de entender, en un país altamente sísmico como Japón, donde -supuestamente- se tenían adoptadas todas las medidas de contención y seguridad.

El físico nuclear extraña la existencia de sistemas auxiliares que permitan controlar la situación.

“Se demuestra que carecían del respaldo adecuado y no había sistemas pasivos, que funcionan independiente de que haya energía eléctrica o no, y que son básicamente sistemas gravitacionales que permiten parar el reactor en estas circunstancias”, advierte.

El ex director de la Comisión Chilena de Energía Nuclear, explica que lo más urgente en Fukushima es detener el funcionamiento del reactor y con ello la temperatura, que en apariencia, es la principal dificultad.

“Lo más grave que le puede ocurrir a un reactor es que quede sin enfriamiento. Si el núcleo se expone, si no queda cubierto con agua, comienzan a derretirse los distintos componentes del sistema, que es lo que se conoce técnicamente como un meltdown, que es el peor escenario. Lo que hay ahí ahora es una gran fuente de calor, fuera de control, por decirlo de alguna manera, que está confinada”, explica.

SEGURIDAD EN DUDA

No obstante es escenario, el académico es más sensato a la hora del análisis y profundiza en las responsabilidades previas a la emergencia. Puesto así, el problema no está en la energía nuclear en sí y su tratamiento, ni tampoco en la sismicidad histórica de Japón.

Los cuestionamientos a la empresa operadora de los reactores, TEPCO, refuerzan la idea de que hay responsabilidades, humanas más que técnicas, y que son compartidas.

“Se descubrió que habían estado mintiendo durante mucho tiempo en sus informes de seguridad. Entonces, ¿quién garantiza que hayan tenido efectivamente los sistemas que requería el reactor para enfrentar esta situación? Su historial era bastante malo”, asegura.

“La TEPCO tendrá que responder por lo que pasó. Pero hay una segunda responsabilidad en el gobierno, que es la autoridad reguladora. Permanentemente el explotador y el regulador están haciendo ejercicios de simulación donde el explotador tiene que probar su capacidad de respuesta frente a determinados problemas y a su vez el regulador tiene que verificar si eso es verdad o no”, agrega.

Además, observa que Japón tiene cerca de 60 reactores y sólo fallaron los que opera TEPCO, una empresa que hace algunos años estuvo a punto de perder su licencia. “Parece muy raro”, expresa.

LECCIONES

Tenreiro dice comprender el natural temor de la población porque “la energía nuclear es mucha energía”. Sin embargo, destaca que no hay muertos a raíz de lo ocurrido en la planta nuclear, al tiempo que hace notar que no se habla del daño ambiental provocado por el incendio de las industrias petroquímicas. “¿Quién habla de los gases que se están liberando?, no hay que olvidar que las mutaciones también son producidas por químicos”, acota.

Por lo mismo, Tenreiro es cauto a la hora sentenciar lo que pueda ocurrir.

“Es muy difícil que haya otro Chernobyl, porque ahora tienen edificios de contención. Si llegara a derretirse el núcleo, ambos desastres serían técnicamente muy parecidos, pero la diferencia está en los sistemas de protección”, señala el experto.

Esto significa, explica, que si se libera radiación, las cantidades “son todavía aceptables”.

Para el físico nuclear de la Universidad de Talca, lo sucedido en Fukushima pone en el tapete la necesidad de adoptar medidas de seguridad a todo evento, si se opta por la producción de este tipo de energía en Chile. En su opinión, lo mínimo es que Chile tenga reactores que cuenten con cuatro barreras de contención en lugar de dos y que además hubiera sistemas pasivos de enfriamiento a todo evento.

“Voy a usar una frase cruel: es bueno que esto haya pasado porque permite que Chile pueda poner sobre el tapete cuestiones reales. Hay un riesgo sísmico clarísimo. Pero la pregunta es la siguiente: ¿Se puede enfrentar este riesgo? La respuesta es sí, Basta ver todos los otros 50 y tantos reactores de Japón a los que no les ha pasado nada y han seguido operando. Simplemente hay que hacerlo bien”, sentencia.

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