Estudio busca reducir contaminación y riesgo de incendios forestales

24 Marzo 2017

La oportunidad puntual de aprovechar, con fines económicos, madera quemada por los incendios, plantea un proyecto de investigación de la Universidad de Talca que apunta a reducir el peligro de siniestros forestales mediante el uso de rastrojos de cultivos agrícolas e incluso de malezas para producir pellets con fines de calefacción.

Esta iniciativa, que encabeza el investigador Ricardo Baettig, de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Talca — en la que participan también los académicos Germán Lobos, de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) en la evaluación económica, y Jaime Tapia, del Instituto de Química de Recursos Naturales, en análisis químico—, cuenta con financiamiento del Fondo de Innovación para la Competitividad de la Región del Maule (FIC-R).

La idea partió de la necesidad de contribuir a solucionar el problema de la emisión de partículas contaminantes del aire, problema que enfrenta una vasta zona desde Rancagua al sur, a raíz de la quema de leña, consecuencia que no tiene la combustión de pellets , un insumo que se usa también en calderas industriales.

“El pellets cuesta el doble que la leña, pero hay mucha biomasa disponible y se utiliza poco o no se usa, como son los rastrojos de cultivos de cereales, residuos de la agroindustria vitivinícola y de la oliva, también de algunos frutos secos, cuescos de duraznos y corontas de choclo”, comentó Ricardo Baettig.

CALEFACCIÓN

“Estas biomasas residuales están siendo subutilizadas y al ser convenientemente combinadas con bajos porcentajes de madera, se aglomeran como pellets o briquetas y se hace factible aprovecharlas para calefacción en estufas domiciliarias y en calderas industriales”, añadió.

“En este sentido, estamos probando con residuos poco convencionales, como por ejemplo las malezas periurbanas como cardos, hojarasca de bosques de pino, y también madera proveniente de bosques incendiados”, detalló.

Baettig explicó que los rastrojos post cosecha habitualmente se queman —entre abril y mayo— lo que produce contaminación. Una alternativa es procesarlos con maquinaria e incorporarlos mezclados al suelo, con el inconveniente de que generan problemas alelopáticos durante un tiempo, lo que es perjudicial para una nueva siembra.

Explicó que tales problemas se refieren a la inhibición del crecimiento de las plantas vecinas o de la germinación de semillas, provocada por ciertos compuestos químicos naturales de la hojarasca y los rastrojos.

Mismo fenómeno que ocurre con las acículas del pino y las hojas de eucaliptus. Sin embargo, observó que la madera de pino y otras especies disponen de un amplio margen de calidad que las hace compatibles interesantes para ser mezcladas con otras biomasas y que en conjunto cumplen los estándares de calidad internacionales. Este escenario llevó Ricardo Baettig a plantear un estudio para comprobar la factibilidad técnica y económica de aprovechar las biomasas residuales, una de cuyas desventajas es su dispersión espacial, por lo cual habría que considerar los costos de acopio.

“Si se puede llegar a un producto más barato, será un éxito porque bajaría el precio de los pellets y resolvería el problema de los rastrojos que se podrían vender”, dijo. Al mismo tiempo, recalcó que la incineración de biomasa con fines energéticos constituye una oportunidad para contribuir a reducir los costos de la energía, reducir la huella de carbono de Chile y bajar la dependencia de la matriz energética nacional de los combustibles importados.

RESIDUOS EN LINARES

Sobre la disponibilidad de esta fuente de biomasa en la Región del Maule, el investigador destacó que una provincia que genera residuos en abundancia es Linares puesto que dispone del 50% de la superficie cultivada de maíz y casi el 100% del arroz de Chile, “por lo tanto es una provincia que tiene un potencial enorme para producir de energía a partir de biomasa”.

Por otra parte, hizo notar que la recolección y extracción del follaje muerto en las plantaciones de pino para su aprovechamiento como biocombustible es algo que se promueve en algunos países, con el fin de reducir su combustibilidad y generar un uso conveniente desde el punto de vista ambiental. “Los rastrojos agrícolas de cereales también constituyen un foco de incendios que parten en estos sitios agrícolas y se propagan hacia los bosques, por eso la extracción de una parte de estos rastrojos es beneficioso, además que reduce los inconvenientes provocados por los efectos alelopáticos de este material en el suelo”, precisó.

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