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Contenta y agradecida de Dios. Así describe su actual situación académica y personal, la directora de la Escuela de Tecnología Médica, Sylvia Vidal Flores, magíster en Ciencias, quien ejerce desde hace 21 años la dirección de esa unidad, a la cual llegó en 1980 como profesora.
Desde esa misma Escuela egresó en 1978 con su título profesional, otorgado por la Universidad de Chile. La carrera la impartía la sede Talca desde 1964 y es, por lo tanto, la más antigua de nuestra Casa de Estudios.
Sylvia Vidal recibió el reconocimiento a la Excelencia Docente, con motivo del aniversario de la Institución. Ella no solo ha sido testigo, sino también activa participante en el proceso de desarrollo de nuestra Universidad, desde su génesis.
Tras egresar, trabajó un año en el Laboratorio de Endocrinología del Hospital Regional, y pese a los esfuerzos de su director por retenerla, se inclinó por el trabajo docente en nuestra Casa de Estudios.
“Tecnología Médica formaba parte del Departamento de Salud, junto con Obstetricia, Enfermería y después Nutrición, y ocupábamos el único edificio nuevo, sólido, donde actualmente están Idiomas y los institutos “Abate Molina” y de Matemática. Lo demás eran casi únicamente construcciones de madera que llamábamos barracas, donde estaban las pedagogías”, explicó.
Momentos difíciles
Contó también que en ese tiempo, el campus era un gran potrero, con mucho barro en invierno.
Recordó que en 1982 se dio un giro a la Universidad de Talca —recién creada— hacia el ámbito silvoagropecuario. Se creó Ingeniería Forestal y después Agronomía, las pedagogías se terminaron y en 1987 se discontinuaron las carreras de la salud.
“También se creó la Facultad de Estudios Generales, que englobó a las carreras discontinuadas que aún tenían alumnos, y sus dependencias se trasladaron al lugar donde estuvo la sede de la Universidad Técnica del Estado, en la avenida Colín, donde hoy están las oficinas de la Seremi de Educación. Allí llegaron las carreras que estaban como en la UCI, a punto de morir”, expresó Vidal.
Sin embargo, Tecnología Médica sobrevivió, reabrió postulaciones en 1992 y a fines de ese año Sylvia Vidal asumió la dirección. “Nunca he tenido la certeza si lo hago bien o mal, pero ha sido muy gratificante, muy bonito trabajar con los alumnos”, afirmó.
Muy valorados
“A medida que uno envejece, el tiempo parece que pasa más rápido. De repente uno ve que el alumno que recién entró ya está en su internado o que está egresando, y luego ya es colega”, expresó.
También mencionó la alta valoración de los tecnólogos médicos de esta Universidad, que están repartidos por todo Chile. “Suelo encontrarme con ellos en distintos lugares y se acercan a saludarme muy atentos, aunque con el tiempo cambien físicamente y a veces me cueste reconocerlos”, manifestó.
Prestigio
Sylvia Vidal se refirió a algunos aspectos que influyen en el prestigio de los egresados. “Pueden ser algunas formalidades que exigimos al estudiante desde el primer periodo de la carrera. Al laboratorio no se puede llegar con el pelo suelto, ni desordenados, tampoco atrasarse ni un segundo, porque la puerta se cierra. No se puede ser relajado, sino metódico, estructurado, así se acostumbran a la formalidad.
También uno les dice que a sus prácticas vayan bien vestidos, pero no puedo decir con exactitud qué hace la diferencia”, sostuvo.
Sin embargo, admitió que en un reciente taller Dacum, con empleadores, la jefa de laboratorio de la Universidad de Chile, María Eugenia Pinto, destacó la disposición al trabajo de los egresados de la carrera de Tecnología Médica de nuestra Institución.
Otro sello que distingue a esta Escuela, es que sus profesores —con una única excepción— son tecnólogos médicos formados en esta misma Corporación, quienes ponen gran empeño a su trabajo. “Esta es una escuela donde todos, independiente del contrato, estamos con la camiseta puesta”, dijo, e inmediatamente agradeció a sus colegas. “Ellos son fabulosos, me han apoyado mucho y trabajamos en un ambiente muy agradable. Estoy muy contenta y agradecida de Dios por ello y por mi familia”, destacó.
Sus hijos —de 31 y 24 años “son un siete”, afirmó con entusiasmo. Ninguno es tecnólogo médico, ni eligieron una carrera del área de la salud: el mayor es oficial de Ejército y el menor está egresando de Ciencias Políticas. “Han sido muy comprensivos, mi familia siempre me ha apoyado”, comentó con emoción.