Hongos provenientes de la Antártica ayudan a la restauración de bosques afectados por incendios forestales

Investigadores de la UTalca descubrieron propiedades de las especies Penicillium chrysogenumy Penicillium Brevicompactum, provenientes de las raíces de dos plantas nativas del continente blanco.

16 Marzo 2020

En el verano de 2017 miles de hectáreas de bosque se quemaron producto de los incendios forestales que afectaron a la zona centro sur de Chile, y específicamente a la Región del Maule. Una de las especies afectadas fue el Ruil (Nothofagus Alessandrii), árbol endémico de Chile que se encuentra principalmente en el área de la Cordillera de la Costa de dicha zona.

Investigadores del laboratorio de Ecología Vegetal de la Universidad de Talca, liderados por el Vicerrector Académico, Marco Molina – Montenegro, llevan 10 años trabajando con dos especies de plantas – la Colobanthus Quitensis y Deschmapsia antártica- que traen cada verano luego de participar en las campañas antárticas, que mueven a cientos de científicos hacia el territorio helado a realizar sus investigaciones. En éstas, se encuentran los hongos Penicillium chrysogenum y Penicillium brevicompactum.

Hasta ahora, los investigadores han podido llegar a la conclusión de que ambas especies tienen la característica particular de generar efectos positivos en las plantas con las cuales se asocian. “Hemos visto, tanto a nivel de árboles nativos como plantas comerciales, que estos hongos les ayudarían a responder de mejor manera a los diversos estreses ambientales”, especificó Andrea Barrera, estudiante del Doctorado en Ciencias mención Ingeniería Genética Vegetal de la UTalca y microbióloga del Laboratorio de Ecología Vegetal.

Intervención

 Durante un año, 100 ejemplares de Ruil, fueron regados con una preparación que contiene los hongos antárticos y el resultado permitió constatar que esta especie es capaz de mejorar el uso eficiente del agua cuando está en presencia de dichos hongos, ya que se mejora la tasa fotosintética y ayudan a la planta a responder mejor ante el estrés climático. Además, se observó que aquellos árboles inoculados responden mejor, llegando al 50% de sobrevivencia, en comparación con aquellas que no están interactuando con los hongos endófitos, los que no superaron el 5% de sobrevivencia después de un año

“Desde una perspectiva ecológica, de conservación y económica, estas conclusiones son de suma relevancia, principalmente porque todas las estrategias de restauración son bastante fallidas. Por lo tanto, la intervención que se pueda realizar durante el primer año posterior a un incendio es clave, pues en el primer año la pérdida es muy alta, sobre el 90%, y además es un proceso muy costoso, por lo que tener alternativas ecológicas que puedan ayudar a solucionar esta problemática es muy positivo, y en eso seguimos trabajando hoy”. Complementa Barrera que debido al alto índice de incendios forestales y de sequía, se podrían replicar a un proceso posterior de restauración de suelos o de árboles nativos que hoy se están viendo afectados por las llamas”.

La investigadora explicó que “se ha demostrado que los microorganismos de ambientes extremos, como los asociados a las raíces de las plantas antárticas, pueden ser buenos socios para aumentar el rendimiento de las plantas de cultivo, pero también para restaurar las plantas nativas en peligro de extinción. Nuestros resultados sugieren que se puede utilizar el consorcio estudiado de endófitos fúngicos antárticos como herramienta biotecnológica para la restauración de árboles en peligro de extinción”.

Décadas para recuperación

Esta investigación cobra una gran relevancia en el contexto actual en que los bosques nuevamente están siendo afectados por incendios y a lo que se suma el cambio climático. El académico de Centro de Geomática de la Universidad de Talca, John Gajardo, ha seguido de cerca lo que ha sucedido en la región esta temporada estival, donde 13.300 hectáreas ya han sido consumidas por el fuego en la zona de Agua Fría, en Molina; y 107 hectáreas en las cercanías de la ciudad de Constitución.
La recuperación del bosque nativo de las zonas afectadas por los incendios forestales en la Región del Maule podría tardar décadas, según Gajardo: “Estamos hablando de 30 a 40 años, como mínimo, para lograr que un ecosistema nativo vuelva a tener la misma estructura que tenía cuando se quemó. Incluso puede demorar hasta 50 años. No es lo mismo que una plantación, que puede sembrarse y a los 12 años es una plantación que se puede cortar”, afirmó.

Agregó que hay consenso en la academia en cuanto a que los incendios de estas características generan un daño destructivo en los entornos naturales, como el bosque nativo, praderas y matorrales, a diferencia de lo que sucede con las plantaciones de pinos o eucaliptus. “La situación actual es preocupante. Estamos en la mitad de la temporada de incendios y nos encontramos con focos, como el de Agua Fría y el de Constitución. Estamos en el punto más álgido, con temperaturas altas, sequía extrema y la susceptibilidad de la vegetación a ser inflamable. Debido al cambio climático la temporada de incendios se ha ido extendiendo. Tenemos siniestros de estas características desde octubre y hasta –incluso- mayo”, recalcó el académico.

10 años trabajando con plantas antárticas

Los investigadores no solo realizan la investigación sobre la relación de los hongos de plantas antárticas y la recuperación de bosques nativos en peligro afectados por catástrofes como incendios forestales. Hace 10 años, el equipo liderado por el académico Marco Molina Montenegro, comenzó a traer diversas especies al laboratorio de ecología de la universidad y comenzó a aislar hongos para estudiar sus propiedades.

Tras comprobar que tenían efectos positivos en plantas de tomate y lechuga a nivel productivo o de tolerancia frente a condiciones adversas como el estrés hídrico o salino, los científicos pensaron en la posibilidad de que pudiera ser utilizado en otros contextos y se intervino a los 100 árboles de Ruil, especie en peligro y que fue muy afectada tras los incendios de 2017.
Al término de un año de intervención se comprobó que la mayoría de los árboles mueren, con los protocolos convencionales, lo cual en términos ecológicos y económicos, tienen un impacto y costo muy alto. Y efectivamente con la incorporación de esta estrategia se constató un 50% de sobrevivencia al cabo de 1 año.

 

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