Investigación revela el perfil de la buena enfermera según la visión de los adultos mayores

Académicos de la Facultad de Ciencias de la Salud, junto a estudiantes, indagaron en la percepción que tienen de esta labor los pacientes de tercera edad y de lo que -a su juicio- debiera ser un o una buena profesional.

10 Septiembre 2020

“La buena enfermera según las personas mayores: que sea amable, dedicada y que me explique”, es el nombre de la publicación de los académicos de la Universidad de Talca, Giselle Davis, Wanda Bustamante e Ignacio López, aparecido en el Index de Enfermería, Tercer Trimestre 2020 (Vol. 29, N° 3), la revista más leída en español por los y las profesionales del gremio.

Davis, profesora del Departamento de Salud Pública, explicó que este artículo es resultado de un proyecto de investigación “conjunto entre este departamento y la Escuela de Enfermería, que nació para conocer las necesidades de cuidado y de salud de las personas mayores de la Región del Maule, que es un sector de la población particularmente vulnerable por los niveles de pobreza y porque tenemos un gran número de personas mayores que se atienden en el sistema público primario de salud”.

La académica agregó que el trabajo se basó en 119 entrevistas realizadas por estudiantes de Enfermería del módulo Investigación en Cuidados Enfermeros. “Para nosotros es muy importante agradecerles a las y los alumnos que realizaron el trabajo de campo, porque sin ellos esto no hubiera sido posible”, dijo la profesora Davis, quien detalló que se preguntó a personas de la tercera edad que se atienden en el sistema público de salud, principalmente mujeres (cerca del 90 %), qué es para ellos una buena y una mala enfermera o enfermero.

“El primer hallazgo tiene relación con que la enfermera sea amable (la mala enferma es todo lo contrario) y tiene que ver con la importancia que los adultos mayores le dan a lo relacional, a lo afectivo y a la buena acogida. También se refieren a que sea dedicada, eso tiene relación con la vocación, con la concentración en el trabajo, la priorización al auscultar al paciente, que escuchen la sintomatología, que resuelvan los problemas que plantean las personas mayores y que, finalmente, la o el profesional le explique al paciente”, explicó.

Esta última necesidad, dice Davis, es muy importante en la población de adultos mayores de sectores vulnerables y con “fuerte raigambre en su origen rural. Si bien pueden tener un grado de educación formal, por desuso les es difícil leer y seguramente su vocabulario es más restringido, entonces es fundamental para ellos y ellas entender las explicaciones de la enfermera o enfermero. Esa sensibilidad social afectiva de poder captar la valoración que la enfermera hace de ellos es más importante y se anticipa en la calidad de la atención”.

Estos pacientes de la tercera edad, dice la profesora, “no tienen estudios biomédicos, pueden conocer poco de la práctica clínica, pero sí conocen cuando una persona, en este caso la enfermera, los acepta, está preocupada de su trabajo, tiene buenas intenciones y quiere resolver sus problemas”.

Además, aprovechando el material se hizo un protocolo, dijo Davis “que es una pauta de relación terapéutica enfermera-paciente, desde la sala de espera hasta que termina la consulta, basada en las expectativas culturales de los adultos mayores, a lo que la persona está acostumbrada a vivir. Entonces, si hablamos del recibimiento, al adulto mayor le gusta ser recibido como un viejo conocido, que lo llamen por su nombre, que se dirijan a ellos o ellas haciendo contacto visual, con buen ánimo y ojalá caminando al ritmo del paciente. Es muy importante el modelo cultural”.

La académica resalta un último deseo de los pacientes de tercera edad, y es que la buena enfermera “les diga que pueden acudir a ella incluso después de finalizada la consulta, que puedan golpear la puerta del box para pedir ayuda frente a una duda”.

CUIDADO HUMANIZADO

La profesora de la Escuela de Enfermería, Wanda Bustamante, señaló al respecto que “este artículo nos hace a enfermeros y enfermeras replantearnos la esencia de nuestra profesión, que es el cuidado con vocación y humanizado”.

La docente y enfermera agregó que “los adultos mayores en las entrevistas resaltaron la importancia de la comunicación con la enfermera y de esta relación que se establece incluso antes de interactuar en la atención directa o en el procedimiento. Ellos hablaron de la importancia de mirar a los ojos, de que los saluden por su nombre; cosas tan sencillas como que les pregunten cómo se sienten y escucharlos”.

Bustamante resaltó que “esto es lo más bonito y significativo de este estudio y que a mí en lo personal me caló muy hondo, porque esto es gran parte de la enfermería, y es lo que tratamos de transmitir día a día a nuestros estudiantes, que nunca pierdan de vista que nuestra labor y la gestión del cuidado, se hace con personas que tienen sentimientos, que tiene familia, que están pasando por momentos difíciles y que necesitan ser tratados con dignidad y empatía. Es un gran desafío y este estudio nos viene a recordar que sigue siendo trascendental tratar con dignidad y empáticamente a nuestros pacientes”

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