La alimentación, fundamental para una vida feliz

1 Octubre 2013

Una alimentación saludable no sólo mantiene bien el cuerpo, sino que también la mente y el espíritu. Eso es lo que afirma la doctora Berta Schenettler, docente de la Universidad de la Frontera, quien ayer expuso el tema «Satisfacción con la vida y la alimentación en jóvenes universitarios», en el marco de Programa de Investigación de Excelencia Interdisciplinaria sobre Envejecimiento Saludable de la UTALCA, que organizó charlas y exposiciones sobre este tema.

La docente realizó una encuesta a jóvenes universitarios en Temuco la que arrojó como resultado tres grupos: quienes se sienten satisfechos con la vida y su alimentación; quienes no sienten satisfacción con ninguno de los dos puntos; y quienes están satisfechos con la vida pero no con su alimentación. La relevancia de estos datos ayuda a despejar e identificar varios factores, uno de ellos, el del bienestar subjetivo, dijo Schnettler, que tiene que ver con qué cosas aumenta la felicidad de las personas, en este caso, cómo la aumenta o disminuye la alimentación.

La idea de estudiar a los jóvenes, dijo la docente, es porque este tipo de encuesta ( a 400 estudiantes) se ha hecho ampliamente en adultos en Europa, Asia y Norteamérica, pero no en Sudamérica ni entre universitarios.

Las conclusiones son que a mayor nivel socioeconómico, mayor satisfacción personal; lo mismo sucede si los padres viven juntos, con el nivel de resultado académico, con el manejo del tiempo libre, etc. Todo incide en la satisfacción con la vida. Y una alta satisfacción vital, recalcó Schnettler, amortigua el estrés de los estudiantes o de algún problema sicosocial que pueda sufrir, como el bullying, por ejemplo.

Otros datos que arroja el estudio es que los estudiantes universitarios (especialmente quienes viven fuera de casa de sus padres) presentan vulnerabilidad al consumir alimentos altos en grasa, saltarse comidas, o comer entre horas; presentan alto consumo de gaseosas, bajo consumo de frutas y verduras, de fibra; lo que puede generar enfermedades crónicas en la vida adulta.

Es decir, los hábitos de la juventud, repercuten en un envejecimiento más o menos saludable, dijo Schenettler.

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