La formación que distingue a nuestros estudiantes

31 Enero 2011

Un grupo de alumnos de Tecnología Médica de nuestra Universidad se las arregló para superar la reticencia que muchos adultos mayores tenían a recibir y consumir alimentos de los consultorios.

Y lo hicieron con un novedoso proyecto de gestión, en el que vincularon el acceso a ese beneficio social con la promoción de una alimentación saludable.

Con el apoyo de estudiantes de INACAP, los alumnos desarrollaron una serie de recetas saludables que los beneficiarios pueden utilizar para hacer “comidas ricas” con esos alimentos y potenciar sus hábitos nutritivos.

La idea fue un éxito. Los adultos mayores le asignaron una valoración distinta a un beneficio que muchos se negaban a recibir.

Otro grupo de alumnos trabajó en alfabetización digital. La iniciativa sirvió para que mucha gente aprendiera a utilizar las nuevas tecnologías para comunicarse.

Una abuela que acostumbraba a comunicarse vía teléfono con su nieto que realiza el servicio militar en Punta Arenas, dejó de lado las monedas y comenzó a usar el correo electrónico.

Ambos proyectos formaron parte del módulo de Responsabilidad Social que toman obligatoriamente los alumnos de segundo año de todas las carreras de nuestra Casa de Estudios y que es coordinado por el Programa de Formación Fundamental (PFF), desde ha ya cuatro años.

El módulo incentiva el desarrollo de proyectos específicos de distinto tipo, pero siempre relacionados con sus áreas de estudio, que los alumnos aplican durante todo el año y por el que son calificados.

“Lo que se pretende es que los estudiantes desarrollen ciudadanía activa y realicen proyectos en la comunidad. Como somos una universidad pública, el mandato tiene que ver con que los estudiantes, además de ser profesionalmente competentes, sean buenos ciudadanos”, señala Manuel Ardiles, del PFF.

AUNQUE SEA VERANO

La aplicación de los proyectos de Responsabilidad Social es posible gracias a la autogestión y al apoyo que el PFF da a los alumnos.

Pero, además, tienen el valor agregado de que muchos estudiantes continúan más allá del período académico y ocupan su período de vacaciones para seguir con ellos.

“En el mes de enero hay algunos proyectos que siguen, porque los estudiantes se entusiasman. Ellos dicen, ya, me pusieron la nota, pero quiero seguir trabajando. Como es una actividad voluntaria, nosotros los apoyamos. Pero, independiente de eso, queremos que no pierda la calidad que ha venido teniendo”, asegura el académico.

El desarrollo de proyectos compromete a unos mil 200 alumnos, con un promedio de edad de 19 años, y cubre las provincias de Curicó, Cauquenes y Talca. Unos cien alumnos continúan con sus proyectos durante el mes de enero.

La evaluación ha sido buena, pero va más allá de las actividades mismas.

“Lo que evaluamos nosotros como programa, es que los estudiantes valoren la práctica. Es decir, que no sólo lleguen y hagan la actividad, sino que además reflexionen sobre su rol profesional, que tiene que ver con determinado problema país, con determinada injusticia; que valoren, que se vinculen y que se comprometan”, explica Ardiles.

UN BIEN SUPERIOR

El resultado más importante de estas experiencias es el que logran los estudiantes en su formación. Aunque también se traduce en un incentivo y mejora en sus calificaciones generales, por sobre todo, hay un logro clave en la calidad de estudiantes que se forman en nuestra Universidad.

“Claramente los estudiantes entienden que en lo que hacen en forma cotidiana, que es operativo, hay un bien superior, y tienen que comprometerse en términos de valores con ese bien superior. Si se comprometen con eso, son socialmente responsables”, advierte el académicos del PFF.

Con esa base, los objetivos que persigue el Programa de Formación Fundamental a través del módulo de Responsabilidad Social, distinguen de manera sustantiva a los estudiantes de la UTALCA.

“Evidentemente que un estudiante con esa impronta, va a ser distinto, va a estar más comprometidos, más involucrado y más responsable con su formación académica”, dice Ardiles.

“Probablemente en otras universidades, realizan actividades, pero son instrumentales y no está la reflexión a propósito del quehacer. Entonces, el énfasis nuestro es reflexionar, debatir, conversar, ver los prejuicios, los problemas, los dilemas éticos asociados a las cosas que ellos tienen que enfrentar”, explica.

DISTINTOS, COMRPOMETIDOS

La distinción no es una mera sensación. Tampoco la mejora en la calidad ética que iniciativas como las que el Programa de Formación Fundamental potencia entre los estudiantes de la UTALCA, en plena formación.

La clave está en un trabajo que se hace sobre con la lógica del “Aprendizaje de Servicio”, que no es otras cosa que el currículum académico al servicio de un problema real de una comunidad específica.

De ello dan cuenta los propios profesores que los reciben en el tercer año de formación. Jóvenes más dispuestos, más proclives a participar y querer saber.

“¿Que es lo que los profesores reportan de tercer año? Que son estudiantes más pillos, entienden más rápido, se sitúan con mayor facilidad, porque la práctica y al experiencia se los permite.

Participan más, sobre todo en carreras relacionadas con la salud. Son chicos distintos, más inquietos y, por tanto, eso tiene un impacto en el aprendizaje”, relata el psicólogo Manuel Ardiles, del PFF.

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