Los 90 metros de Talca sobre el nivel del mar intensifican polución

26 Julio 2012

La visión de Talca desde la carretera viniendo desde el sur, es la de una ciudad situada en una depresión, en un territorio de menor altura. Esa perspectiva es todavía mucho más evidente si se observa el espacio urbano desde el cerro La Virgen, donde casas y calles apenas se distinguen bajo el manto de bruma ya característico de la capital de la región.

Esa percepción es correcta, a la luz del análisis de un experto, el geógrafo, especialista en agrometeorología de la Universidad de Talca, Patricio González, quien lleva más de 20 años advirtiendo sobre el problema de la contaminación del aire. Sus opiniones vinculan el tema a condicionantes geográficas y meteorológicas, como también a la falta de conciencia de los propios habitantes de la ciudad y también de las autoridades.

“CHILE, PAÍS DE RINCONES”

“El problema de Talca, Curicó, Linares y otras ciudades es que geográficamente fueron desarrolladas en áreas de cuenca. Es como decía Mariano Latorre, ‘Chile país de rincones’: todas las ciudades están en rincones, no se encuentran en partes altas. Lo ideal sería que las hubieran fundado en la precordillera. Los españoles buscaron un río, una cuenca, una depresión, para fundar las ciudades, seguramente por motivos de defensa”, sostiene.

Para Patricio González una buena ubicación es la que tiene San Clemente, donde no hay contaminación. Por eso comenta que dejaría a Talca solo como lugar de llegada de productos agrícolas y el resto de la ciudad la trasladaría a San Clemente, “si se trata de hacer ciencia ficción”.

Por otra parte, un dato que proporciona para confirmar la ubicación a baja altura de Talca, son los sólo 90 metros sobre el nivel del mar en que se encuentra, lo que la convierte en una de las ciudades de más baja altura, con entornos más altos, lo que conforma una especie de embudo.

Esta situación favorece que en invierno se produzca una inversión térmica, el aire frío se encuentra entre 1.000 y 1.500 metros y el aire cálido queda abajo. “El humo choca con el aire frío y vuelve hacia abajo por efecto del límite térmico, y a eso se suma el fenómeno de las calmas de viento que se producen en invierno en Talca, entre las 20:00 y las 10:00 horas. Estas calmas imposibilitan que el humo se remueva”, explica.

Pero además, precisa que cuando después de las 10:00 se produce viento, éste pasa a una altura sobre el “embudo”, de modo que tampoco alcanza a limpiar el aire y los contaminantes permanecen ahí.

CALMAS DE VIENTO

Otro aspecto del fenómeno que destaca es el hecho que las calmas de viento se producen entre mayo y fines de agosto y en septiembre empieza el viento sur, de 10 a 15 kilómetros por hora, lo que limpia la cuenca, “pero entonces ya no hay estufas y el problema se olvida hasta el invierno siguiente”.

El especialista recalca que la contaminación avanza lentamente, pero no por eso es menos preocupante, pues cada año va en aumento. “Talca crece cada día y ya ocupa un área que llega hasta Maule y la gente busca un sistema de calefacción barato, carente de conciencia sobre la gravedad de la contaminación. Hemos llegado a tener hasta 300 y 350 parte por millón, un 30 por ciento más de contaminantes en el aire que en Santiago cuando se decreta emergencia ambiental”.

En ese escenario, enfatiza que el humo sigue invadiendo las ciudades y enfermando a sus habitantes, mientras se espera que las autoridades dispongan de los instrumentos legales para tomar las medidas adecuadas y penalizar a quienes contaminan. “La Municipalidad puede hacer un control más estricto de la leña que se vende mojada y las empresas deben introducir tecnologías en las estufas que reduzcan las emisiones de contaminantes, pero en general, estas preocupaciones terminan con la llegada de la primavera”, lamenta.

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