Para los maulinos, la educación no es un bien de consumo

22 Julio 2011

Los estudiantes se han convertido en uno de los actores sociales más influyentes de este 2011: han puesto en jaque al gobierno, al punto de lograr un histórico cambio de gabinete. El protagonismo ha sido tal que instalaron el debate por la equidad y calidad en la educación en el colectivo, ideas que de seguro tendrán frutos en los próximos años e impactarán de manera decisiva en el desarrollo del país y en la economía familiar.

Sus exigencias también han conseguido captar el interés de la ciudadanía. Una reciente encuesta realizada por el Centro de Estudios de Opinión Ciudadana (CEOC) de la UTALCA, muestra que un 80 por ciento de los entrevistados apoya el movimiento, sólo un 18 por ciento cree que es político y, apenas un 1,6 por ciento, considera que la educación está bien tal como está ahora.

Detalle relevante es que un 82, 4 por ciento cree que las instituciones educación superior no deben tener fines de lucro. El 93 por ciento considera que las universidades públicas deben ser financiadas mayoritariamente por el Estado.

Inflexión social

Desde mayo se ha venido desarrollando una movilización estudiantil a nivel nacional. Ésta involucra a estudiantes secundarios y universitarios. Como tal, ha sido considerada como la más importante de los últimos años, después de la llamada “Revolución Pingüina”, el año 2006.

El movimiento ha logrado convocar, además de los colegios municipales y subvencionados y las 25 universidades pertenecientes al Consejo de Rectores, a colegios particulares, CFT, IP y universidades privadas. Es decir, prácticamente a todo el sistema educativo chileno.

La Región del Maule no quedó ajena al conflicto. A partir de junio, colegios emblemáticos y dos universidades del consejo de rectores fueron ocupados por los estudiantes, para presionar por sus demandas.

Ajeno a los partidos

Los asuntos que interesan a la gente no son justamente las expresiones de los partidos. Surgen así nuevos movimientos relacionados directamente con los problemas de la sociedad.

Esto se refleja claramente en los resultados de la encuesta, cuando un 57 por ciento, aproximadamente, de los encuestados considera que los “movimientos ciudadanos” son la única forma de resolver los problemas de la gente. O cuando un 80 por ciento estima que “si los estudiantes no se movilizan, no se logran reformas en educación”.

Los estudiantes en Chile han participado de movilizaciones a lo largo de su historia. Lo hicieron durante la dictadura, en los gobiernos de la Concertación y ahora en el gobierno actual. Lavín no es el único ministro de Educación que ha caído por un movimiento estudiantil.

Apoyo no incondicional

Sin embargo, este apoyo no es incondicional. Hay también una visión de cierta intransigencia, lo que se refleja en que un 47 por ciento de los encuestados cree “que los estudiantes deberían flexibilizar sus posturas”. Más allá de todas estas consideraciones, los estudiantes han logrado crear conciencia sobre algunas de sus demandas.

En el ámbito de los colegios públicos, un 66 por ciento piensa que deben pasar a manos del Ministerio de Educación y sólo un 2 por ciento dice que deben seguir en manos de las municipalidades.

En esencia, el trasfondo del movimiento estudiantil, y que como hemos visto cuenta con un amplio respaldo de la ciudadanía, es la exigencia de una verdadera participación en la definición de las políticas educacionales del país. La sociedad chilena debe entender que se están desarrollando nuevas formas de acción colectiva, sobre todo provenientes del mundo juvenil.

Una expresión que cuestiona las viejas formas de representatividad y participación. Estos jóvenes se organizan de forma diferente a otros movimientos. Se les ha acusado de ser un movimiento ideologizado, pero al parecer el tema de fondo es la enorme brecha de concepciones y visiones que se tiene entre los que deciden sobre las políticas públicas y los estudiantes. La lectura dice que la ciudadanía se ha ido alejando de la clase política.

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