Reconstrucción e identidad:¿bandos opuestos?

3 Junio 2011

Las victorias en el transporte, las tortas en la repostería, los cisnes en la plaza. Sus casas y edificios que remontan a otra época y un lugar distinto. Son algunas características que la han dado identidad al entorno urbano de Curicó. Algunas se mantienen, otras han desaparecido. Uno de los aspectos que más carácter imprimía a la ciudad, era su arquitectura, sacudida y derribada en algunos casos por el terremoto, en otras, por decisiones que los expertos pueden cuestionar.

Lo cierto, es que Curicó ya no es la ciudad que fue. Es casi cualquier ciudad. ¿Qué ha pasado con la reconstrucción? La pregunta se la planteamos al director de la Escuela de Ingeniería en Construcción de nuestra Universidad, Ronald Calderón. Como habitante de la ciudad y, por su función académica en un área relacionada estrechamente con el tema, responde con fundamentos.

No sólo afirma que muchas viviendas y algunos edificios se pudieron salvar, sino además, defiende el adobe como material de construcción y anuncia la publicación de un manual para quienes aún pueden reparar sus casas o construir. A su juicio, a raíz del terremoto, una gran cantidad de casas del área central fueron demolidas. No obstante, en muchos casos era posible evitar esta alternativa, según su evaluación. Cuenta que, luego de ocurrido el sismo, la Escuela de Ingeniería en Construcción, en particular, y como Facultad de Ingeniería, en general, ofrecieron su asesoría a la Dirección de Obras de la Municipalidad e insistieron en su oferta en otras dos oportunidades. “Hasta ahora no hemos recibido respuesta”, asegura.

“¿Qué veo en Curicó? Había edificios del casco histórico que podían haberse salvado, porque su estructura como tal estaba en buenas condiciones, independientemente de que hubiera paredes trizadas, pero se podían haber reconstruido o reparado. Pero no, aquí se optó por la solución más fácil: demoler, tirar abajo todo y construir nuevos edificios. Dicen que eso es la nueva ciudad”, expresa.

Pérdida irreparable

El director de Ingeniería en Construcción admite que posiblemente se están levantando edificios muy bonitos en todos los lugares que quedaron vacíos después de las demoliciones. Pero siente que Curicó experimentó una “pérdida irreparable”.

Y él asume esta realidad no sólo con una crítica, sino también con cierto dejo de dolor.
“Me duele, porque Curicó es una ciudad muy bonita, era muy bonita. Yo recuerdo que cuando se estaba construyendo el mall, el arquitecto se inspiró precisamente en el casco histórico de la ciudad. Por eso cuando uno ingresa a ese lugar se ven las casas con tejas, se muestra lo que era Curicó y que ahora ya no es, porque esquina adonde uno vaya, sobre todo en el casco central, va a ver edificios modernos y cada vez se construyen más”, recalca.
Afortunadamente, las iglesias, que dependen de otra instancia, han corrido otra suerte, dice el académico. Al respecto, recuerda que la Escuela de Ingeniería en Construcción ha trabajado en el levantamiento de planos para la reconstrucción de los templos.

Diferente a Curicó es lo sucedido en Molina. “Su alcaldesa ni siquiera esperó que nosotros le ofreciéramos asesoría. Ella nos llamó, porque lo que más le preocupaba era defender el casco histórico. Y eso hicimos. Aportamos con un proyecto de reparación de viviendas de adobe e, incluso, aprovechamos la instancia para que un memorista hiciera su trabajo de título sobre el tema”, relata.

Manual del adobe

El resultado de ese trabajo es un manual con recomendaciones para que cualquier vecino que tenga casa de adobe y desee repararla o construir una nueva, pueda hacerlo, “en condiciones fáciles y económicas”. Lo mejor es que estas recomendaciones son aplicables a cualquier comuna. El manual será publicado próximamente.

Ronald Calderón lamenta que en Chile no haya una cultura del adobe y no existan normas sobre reparación. “Siempre se le ha visto en mala al adobe, pero es un material muy noble, que aísla del frío y del calor externos y que, si se estructura bien, no va a tener ningún problema. De hecho, hay muchas casas que resistieron bien el terremoto, con ligeras roturas y poco que demoler”, afirma.

Un buen uso para él significa “una buena estructura de madera, que esté bien armada, y así nunca se va a caer una casa”.

Aunque reconoce que este material nunca superará en resistencia sísmica al hormigón armado, alega que no se debería desechar. Sobre todo en sectores rurales, donde construir en hormigón es más caro.

Como corolario de la etapa de reconstrucción, el académico señala que en lugar de mediaguas era preferible que a la gente le volvieran a construir sus casas en adobe, pero bien hechas. “Le aseguro que habrían sido de mayor calidad”, enfatiza.

De la fase post terremoto rescata las nuevas exigencias a la norma constructiva. Pero, a su juicio, es preciso considerar no sólo la solidez de las construcciones, a través de hormigón armado y acero, sino también el uso de otros materiales como la madera, que resiste movimientos sísmicos y también incendios, si se sabe tratarla adecuadamente. En Canadá, Calderón ve el mejor ejemplo.

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