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Disminuir el impacto ambiental en las industrias del aceite de oliva y de la manzana, es uno de los beneficios directos que tiene el proyecto “Uso del alperujo y pomasa en alimentación porcina”. La iniciativa es desarrollada en conjunto por el académico del Instituto de Química de Recursos Naturales, Diógenes Hernández y el profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias de la U. Católica del Maule, Antonio Blanco.
Ambos investigadores, además de un alumno tesista de esa casa de estudios, trabajaron durante un año en esta investigación, aplicada al sector agropecuario y que fue financiada por el Centro de Estudios en Alimentos Procesados (CEAP).
“El proyecto cobra relevancia, pues existen residuos de algunos sectores agroindustriales que requieren de una solución en cuanto a su valorización y alternativas innovadoras para reducir volúmenes. En este sentido, existe un potencial importante para incorporarlo como alimentación animal, agregando valor a los desechos, como también integrando una alternativa notable desde el punto de vista técnico y económico a empresas dedicadas a la producción pecuaria”, señaló el director del CEAP, Ricardo Díaz.
Buenos resultados
En el caso de las empresas que producen aceite de oliva, obtienen un residuo denominado alperujo, que es una mezcla de líquidos y partes sólidas de la aceituna, y que en Chile no presenta mayor utilidad para la industria, desechándose y generando importantes consecuencias ambientales. El proyecto permite disminuir tales impactos.
En tanto, la pomasa proviene de la industria de las frutas deshidratadas y está formada por la zona central de la manzana y la cáscara.
“La idea es aprovechar los residuos dándoles un uso apropiado, que contribuya a disminuir el impacto ambiental en las empresas que desechan este tipo de productos”, indicó el profesor Hernández.
Los remanentes de estas dos agroindustrias fueron mezclados en diversos porcentajes con un alimento convencional para cerdos, logrando llegar a una mezcla, la cual fue aceptada positivamente por los animales en engorda. Esto permitió al ganado mantener las características de peso ideal y la calidad organoléptica de la carne. Es decir, sus características físicas, como el sabor, textura, olor y color.
Otro aspecto positivo fue que los ejemplares que fueron engordados con el nuevo alimento, aumentaron la concentración de ácido oleico en los tejidos lípidos, lo que es beneficioso para el ser humano, impulsando una baja concentración de ácidos saturados y polisaturados, nocivos para la salud.
Todos estos resultados, permiten mantener la crianza de porcinos a bajo costo utilizando desechos agroindustriales, e incide en eliminar posibles fuentes de contaminación ambiental, siendo un aporte para las empresas que deben lidiar con estos desechos. Se crea así un alimento que cumple con las características nutritivas y los estándares de calidad requeridos.
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