Universidad marca presencia en investigaciones antárticas

Delegación académica de la Universidad de Talca desarrolló una serie de estudios que buscan potenciar el desarrollo de especies vegetales en zonas extremas, lo que permitiría potenciar la reforestación o adaptarlas a un menor consumo de agua.

27 Enero 2020

Trabajar en diversos proyectos relacionados con el cambio climático y la capacidad de adaptación de especies vegetales a ambientes extremos, fue el objetivo de la expedición científica integrada por siete académicos del Instituto de Ciencias Biológicas y Ecología Molecular de la Universidad de Talca a la Antártica.

El director de la entidad, Marco Molina, explicó que en línea con el desafío de impulsar la investigación multidisciplinaria, la Corporación “participa del circuito de planteles que mantienen proyectos antárticos de alta complejidad”.

“Eso nos posiciona como una universidad que tiene una representación dentro del circuito de investigación antártica bastante significativo. Esperamos que esto se pueda seguir incrementando con la llegada de nuevos estudiantes y post doctorados y con la adjudicación de nuevos proyectos”, planteó el docente y actual Vicerrector Académico.

Molina explicó que por sus características, el continente helado es una especie de laboratorio natural que permite efectuar estudios en distintas áreas.

Los investigadores utalinos estudian la presencia vegetal en la Antártica, los mecanismos fisiológicos y moleculares que permiten adaptarse a condiciones rigurosas, y la bio-prospección de comunidades microbianas para ser sometidos a condiciones que simulan ambientes de Marte y la Luna.

El director del IBB destacó algunos de los logros obtenidos. “Hemos generado un cepario de biobacterias y hongos que configuran distintas características, algunos que pueden proteger a las plantas de las heladas; hay otros que pueden aumentar la eficiencia del rendimiento de los cultivos con menos agua; y hongos que pueden ser utilizados para planes pilotos sobre restauración tras incendios”, mencionó.

Añadió que las aplicaciones de estos estudios son diversos. “Por ejemplo, en el Maule, zona en que hay incendios bastantes severos, los procesos de restauración son lentos, pero con la inoculación de estos microorganismos, hemos logrado que algunas plantas emblemáticas o en peligro de extinción puedan aumentar”, resaltó.

INVESTIGACIONES

Junto a Marco Molina la delegación -que trabajó en conjunto con especialistas de la Academia Polaca de Ciencias-, fue integrada por María José Romero, del Laboratorio de Biología Vegetal; los post doctorantes Ian Acuña y Andrea Barrera; más el investigador Pedro Gundel, en calidad de profesor invitado.

El control de la radiación en las plantas es el estudio que realiza Ian Acuña. “Como todos los seres vivos están compuestos por muchos microorganismos”, dijo, precisando luego que éstos las ayudan a enfrentar las altas radiaciones UV-B que existen en la zona por el debilitamiento de la capa de ozono.

Por su parte, Andrea Barrera está enfocada en las denominadas costras biológicas, consorcio de microorganismos, musgos, líquenes y bacterias, que son la primera formación en el suelo y que cambian sus condiciones físicas, haciéndolo apto para las plantas.

“En estos ecosistemas extremos, en el que las condiciones son muy difíciles para las plantas, brindan un albergue donde pueden asentarse. Estas costras han sido descritas como muy importantes para el intento de colonización exoplanetaria, y así ayudar a los suelos de la Luna y Marte para desarrollar, en el futuro, aplicaciones agrícolas”, dijo.

Por otra parte, la investigación del profesor Molina analiza los denominados organismos extremófilos, asociados a las raíces de las plantas, y que ayudan a encontrar nutrientes, a acceder al agua, a tolerar condiciones distintos factores abióticos que influyen negativamente en las plantas.

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