La evidencia cultural de los pueblos americanos

26 Agosto 2013

El alto grado de avance de las civilizaciones indígenas de la América ancestral queda al descubierto en la exposición “Metalurgia Prehispánica”, de la colección del Museo de Colchagua. Las piezas de arte se presentan al público en la gran sala del Centro de Extensión “Pedro Olmos”, de la Casa Central.

Diversas expresiones del trabajo en metales —en herramientas, utensilios, armas y joyas— forman parte de esta muestra. Los objetos exhibidos constituyen un valioso testimonio de la cultura de los pueblos y son parte de un proceso que comenzó hace diez mil años, cuando tras descubrir accidentalmente algunos minerales, se iniciaron en la aventura metalúrgica.

La exposición es resultado de un esfuerzo conjunto entre el Museo de Colchagua y nuestra Casa de Estudios. Se trata de una alianza cultural en beneficio de la formación de audiencias y de la vinculación con el medio, para dar a conocer y valorar ese patrimonio y preservar la identidad prehispánica.

Al resaltar la importancia de las piezas exhibidas, el rector de nuestra Universidad, Álvaro Rojas, dijo que la colección está compuesta por casi mil piezas y constituye una de las más completas compilaciones en metalurgia prehispánica, que calificó como “un patrimonio notable”.

Al mismo tiempo, la autoridad académica observó que a través de la cultura se proyecta el ser y la esencia de una universidad. “Nos motiva este concepto de formación, de cultivar en la historia la memoria de nuestros ancestros y que hoy pueda llegar a miles de personas que visitan el Centro de Extensión”, dijo el rector.

“Sorprenden algunas soluciones otorgadas a la construcción de joyas en oro, plata, cobre y otros elementos como las conchas de “mullu”, la turquesa, etcétera, que por la belleza y prolijidad de su elaboración final, testimonian la destreza alcanzada por aquellos artistas del metal”, agregó al referirse a los trabajos metalúrgicos y de orfebrería.

Homenaje al ser humano

Respecto al valor que tenía el metal en las antiguas sociedades, Álvaro Rojas afirmó que se relacionaba con el “orden primordial”, que se asociaba con fuente de energía y poder. Por esta razón, explicó, “la orfebrería precolombina consta de una amplia gama de representaciones zoomorfas, símbolos de la fuerza de la naturaleza y de los equilibrios de ella”.

El rector, además detalló que el hallazgo de numerosas piezas que formaban parte de ajuares funerarios, “refuerza la idea del metal como símbolo de lo primordial, al que regresa el individuo cuando muere”. Añadió que “cada pieza refleja una estética sutil, que nos sorprende y nos seduce”.

A juicio de la autoridad académica, esta colección es un homenaje al ser humano, a su creatividad, al impulso de encontrar siempre desde tiempos milenarios el espíritu de sobrevivencia, porque sin duda alguna, la humanidad es lo que trasciende, expresó.

Pueblos originarios

En tanto, el creador del Museo de Colchagua, el empresario Carlos Cardoen —quien asistió a la apertura de la exposición— manifestó que detrás de este esfuerzo por formar esa colección, está su interés por dejar algo a las futuras generaciones.

“Dicen que cuando uno deja este mundo, deja todo lo que ha tenido, pero se lleva todo lo que ha dado. Mi intención es dar a mi querido país, especialmente a la tierra donde yo nací, un legado que permita a los jóvenes entender, conocer sus raíces, su esencia, a objeto de aumentar el sentimiento de orgullo de haber nacido en esta tierra”, declaró.

En su opinión, falta valorar a las culturas que nos precedieron. “La educación formal en nuestro país es un asco, algo horroroso, que valoriza tonteras y no presenta ni muestra nuestras raíces, nuestra esencia, de las que estamos orgullosos después que las conocemos”, manifestó.

En ese sentido, precisó que la muestra enseña cómo el hombre andino supo utilizar minerales y aleaciones “para resolver sus problemas de orfebrería, de herramientas, armas, joyas, etcétera. Además, permite darnos cuenta de la experiencia principal que es la admiración que provoca el conocer el nivel tecnológico que esos hombres alcanzaron. Con mucha frecuencia miramos a los pueblos originarios como primitivos, básicos, esenciales; y no hay nada más lejos de la realidad que eso. Fueron pueblos sofisticados, altamente cultivados y con una tecnología tremendamente avanzada para entonces y para ahora”, sostuvo.

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