“No tengo que justificarme frente a las cosas que escribo”

15 Abril 2011

Al buscar el nombre Colín en la red, se obtiene como resultado que es una localidad de dos mil 564 habitantes situada en la comuna de Maule. Números más, habitantes menos, lo cierto es que uno de ellos está sacando del anonimato a su tierra natal: el actor y director de la prestigiosa compañía de teatro Aleph, Oscar Castro.

Creador de los denominados estilos de teatro transformacional y de intervención, Castro se ha ganado el reconocimiento de la crítica y de sus pares en Europa. Y si bien desde hace tres décadas se encuentra radicado en Francia, donde vivió su exilio, cada vez que puede Castro viaja a Chile. Pero, a diferencia de otras visitas, ésta tiene un valor especial: por primera vez mostrará su arte a la región que lo vio nacer, con el apoyo de la Universidad de Talca.

“Con mucho cariño voy para allá. Es la primera vez que yo actúo en mi región. Y tengo la esperanza de que algún día me hagan hijo ilustre de Talca”, dice Castro, riendo con ganas.

De cumplirse ese anhelo, sería el segundo título que recibiría. Hace unos años, la Municipalidad de Maule le entregó esa distinción.

A ese evento llegó acompañado con varios miembros de su compañía, los mismos que el este lunes 18 de abril debutarán sobre las tablas del Teatro Regional del Maule con la obra “La Casa Acepta el Fracaso”, comedia musical que introduce el teatro dentro del teatro y aborda con ironía el tema del dinero, a partir de la decisión de un director que organiza un taller de cine-teatro, como forma de resolver su difícil situación económica.

EN LA UTALCA
Previo a esa presentación, el artista visitará el Campus Talca, donde dictará una charla a los estudiantes, especialmente, para quienes integran el Taller de Teatro. Castro tiene mucho que contar.

“Empecé a escribir teatro muy joven. Cuando tenía como 20 o 22 años quería que cuando la gente leyera mis escritos pensara que el que escribió esto era un hombre de izquierda. Entonces, leía eso y me mortificaba. Y decía: ‘pero dónde sale en este escrito el hombre de izquierda’… ¡Hasta que caí preso! (en 1975)”, recuerda.

“Cuando estaba en el campo de concentración de Ritoque (Región de Valparaíso) seguí escribiendo y haciendo teatro, pero me decía: ‘aquí me importa una bola que la gente que lea mis cosas piense que atrás hay un hombre de izquierda. Yo ya estoy aquí y escribo lo que quiero; escribo de amor, historias de fútbol, de cualquier cosa’. Esa experiencia me sirvió para no tener que justificarme frente a las cosas que escribo”, relata el actor y dramaturgo.

Si bien los títulos de muchas de sus obras tienen un tinte político, como “El 11 de septiembre de Salvador Allende”, “Neruda, para que la poesía no cante en vano”, o “El Che que yo quiero o la eternidad de un beso victorioso”, según Castro, ello permite contextualizar sus historias.

“Si tu lees las piezas, tienen poco que ver con los personajes. Más bien, es como que los personajes forman parte de un trasfondo de una historia vivida. En un espacio primero está la vida humana y en el trasfondo está el acontecimiento histórico que se vivió, entonces hay una cosa paralela”, explica.

INTEGRACIÓN TEATRAL
Sobre su forma de llegar a las tablas, el director de la compañía Aleph explica que su sueño siempre ha sido mezclar su pasión por el teatro con gente que no necesariamente se dedica a él.

“Por ejemplo, yo mezclo gente que tiene como profesión la de comediante, con otros que no lo son. La gente no se da cuenta quién es el profesional, quién es el amateur, y ésa es la apuesta que hago”, plantea.

Justamente, esa forma de expresar es la que Castro quiere transmitir a la audiencia que lo recibirá en Talca. “Creo que las cosas que a uno le gustan tiene que compartirlas, pero aún eso no es muy común. Yo quiero compartir esto. Y por esto voy, en general, a tres lugares, donde voy a estar ligado con centros de estudio como la Universidad de Talca, en mi tierra, y en Valparaíso y Santiago”, sostiene.

NO AL OLVIDO
En la capital, además de las presentaciones que realizará en la Teatro Camino, Castro también llevará su montaje a Villa Grimaldi, ex centro de detención y torturas de la DINA, donde su madre fue vista por última vez (1974).

“Soy un hombre que fabrica sus rituales. Entonces, esa actividad la puse entre paréntesis, porque es como un no me olvides”, dice.

Es que para Castro, olvidar es negar la propia historia. “Vengo de terminar una novela que se titula ‘Sólo se recuerda lo que se olvida’. Pienso que si fuera así, debiéramos dejar de hablar del desastre de Rancagua, del Combate Naval de Iquique y de otras cosas. Porque la historia es una sucesión de crímenes, asesinatos y maldades que ha hecho el hombre en la tierra. Eso, es una parte de la historia de los países”, señala.

“Toda esa historia, si uno no la forma e integra, es un pueblo que anda cojeando, que es mentiroso. Todos damos vuelta la página, pero yo la doy vuelta después de haberla leído, no la voy a dar vuelta sin leerla. Entonces, eso es lo que me extraña cuando la gente dice no hay que hablar de eso, porque para mí son gestos de mala voluntad. ¿Por qué se sienten tan implicados con eso?, ¿Por qué les molesta tanto?”, pregunta.

Pese a todo lo vivido, Castro tiene clara su posición: “Uno tiene que vivir sin resentimiento ni rencor y, finalmente, como dicen, el perdón es la más noble venganza”.

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